¿Somos seres inteligentes????

lunes, 4 de octubre de 2010

Textos PRIMER TRIMESTRE


Texto: METAFÍSICA,  CIENCIA Y FILOSOFÍA.
            La misión de la física es averiguar de cada hecho que ahora se produce su principio, es decir, el hecho antecedente que originó aquel. Pero este principio tiene a su vez un principio anterior, y así sucesivamente, hasta un primer principio originario. El físico renuncia a buscar este primer principio del Universo, y hace muy bien. Pero repito que el hombre donde cada físico vive alojado no renuncia y, de grado o contra su albedrío, se le va el alma hacia esa primera y enigmática causa. Es natural que sea así. Vivir es, de cierto, tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. De aquí que sea al hombre materialmente imposible, por una forzosidad psicológica, renunciar a poseer una noción completa del mundo, una idea integral del Universo. Delicada o tosca, con nuestra anuencia o sin ella, se incorpora en el espíritu de cada cual esa fisonomía transcientífica del mundo y viene a gobernar nuestra existencia con más eficacia que la verdad científica.

José Ortega y Gasset.
¿Qué es filosofía?.
Cuestiones.
  • ¿Qué diferencias se establecen entre la Ciencia y la Filosofía?
  • Aclara el significado de las siguientes expresiones:
-         se le va el alma hacia esa primera y enigmática causa”
-         “Vivir es, tratar con el mundo”
-         “forzosidad psicológica”
-         “fisonomía transcientífica del mundo”.
  • ¿Piensas que el autor defiende que todos los seres humanos necesitamos de cierta concepción filosófica y metafísica del mundo?
  • ¿Para qué es necesaria una visión transcientífica del mundo?


Un día de sol veraniego,                                         Con prontitud otra duda me asalto,
con los pies descalzos por el cansancio,                 dudo por dudar o dudo por conocer.
me dispuse a continuar la incierta ruta
por los inextricables caminos del desierto.             Con prontitud otra duda me asaltó,
                                                                                donde ir, pues muero por vivir,
Con prontitud una duda me asaltó,                       y no se si vivir es morir o vivir es el morir.
dónde ir, hacia dónde dirigir mi paso,
sin hogar y sin patrias en mi equipaje                    
dónde ir, pues el universo se me muestra infinito.

Con prontitud otra duda me asaltó,                         Al final el camino fue hecho
dónde ir, pues el Sur puede ser el Norte                 y solo quedó el rastro trazado
pues el árbol que allí diviso                                    por la senda del caracol.
no es sino sombra e ilusión.

-         ¿Podemos comparar la existencia de los seres humanos a un caminante que necesita tomar referencias, situarse, orientarse para proseguir su camino?
-         ¿No necesita todo caminante una visión global, general, unitaria del territorio que tiene que atravesar andando?
-         ¿Qué función se le puede asignar al plano y a la brújula?¿Cuáles son el  “plano” y la “brújula” de nuestra existencia?
-         ¿Cuál es el papel que desempeña el horizonte para el caminante?¿Cuál es el “horizonte” de nuestra existencia?.



El sentido de la existencia: Trascendentalismo. El cristianismo.

El Evangelio anuncia, que Dios — Sentido del Mundo — se encarna y se humaniza, o sea que la encarnación sucede no simplemente en la materia, en el cuerpo vivo, sino precisamente en el hombre, porque entre todas las formas de existencia solo el hombre puede alcanzar la perfección y la inmortalidad. Así surge la unidad de Dios y el hombre — hombres-dioses.
El cristianismo da una solución simple y al mismo tiempo admirablemente audaz a la cuestión del sentido de la vida tanto para la personalidad individual como para la humanidad en su conjunto. Toda la naturaleza era, hasta la aparición del hombre, solo un obediente instrumento en las manos del Creador. Solo el hombre en la cúspide de la escala de los seres vivos comprende su designio y pasa a ser de un esclavo de lo indispensable a un libre copartícipe del Creador en la obra de completar la creación. En esta difícil hazaña, siguiendo tras los pasos de Cristo Dios-hombre, él se diviniza a sí mismo y así crea y prepara su inmortalidad. Levantándose del polvo, él se eleva hacia la unidad con la Fuente de la Vida. Este es el sentido de todo el proceso cósmico, el sentido de la existencia del Universo.
Si por el contrario lo mejor, lo mas elevado de todo lo que hay en el Universo, nuestro "yo" humano, de hecho es nada (si es inmaterial, significa, que es "nada") o bien si con la destrucción del organismo se convierte en nada; si todo este proceso progresivo, trascendente y activo termina en que la coronación de toda la evolución — es la muerte y que la personalidad desaparece, entonces toda la existencia, todo este flujo de vida, toda la gloria y toda la tragedia de la vida humana es una espantosa insensatez, y según la precisa expresión de Dostoievsky, es un "vodevil de diablos," y nada mas que eso.
¡Pero no! La vida — no es un "vodevil de diablos" y vivir — no significa morir. La vida es lo más elevado de todo lo que sucede en el proceso cósmico. Es lo más perfeccionado — y junto con esto lo que mas sentido tiene. La vida orgánica — es aquella esfera, aquel medio sobre la base de la cual crece la posibilidad de la vida Eterna. Y solo en esta vida Eterna está el sentido de toda la existencia. Solo la inmortalidad puede ser el sentido final de todo orgánico progresivo arrebato de vida. En el medio del flujo general, donde todo corre, todo cambia y, naciendo muere, surge algo completamente nuevo — la inmortalidad del espíritu humano. Sobre la corriente de la vida y de la muerte surgió la chispa de la Resurrección.
El cristianismo nos habla sobre el sentido de toda la historia, y de lo futuro como de algo real. Si existen hombre-dioses, entonces habrá una resurrección. La corona de la creación — el hombre, tiene sentido solo si él teóricamente, potencialmente es inmortal y realmente se hace inmortal. En el Dios-hombre Cristo el círculo de la vida deja de ser vicioso, se elimina la mala infinidad. Si hay resurrección, también hay un sentido. No hay resurrección — no hay tampoco sentido. Solo la resurrección del hombre a la vida Eterna da sentido al proceso cósmico.
El sentido de la existencia de cada persona individual y el sentido de la existencia de todas las generaciones humanas, o sea toda la humanidad en conjunto, debe unirse armónicamente con el plan de la existencia de toda la creación, el sentido de la existencia de todo el Universo — ¡Que Dios sea todo en todos! (1 Cor. 15:28).
La resurrección de Cristo, y después de Él la resurrección de todos, los que alcanzaren perfección espiritual en la difícil, pero grande hazaña espiritual de llevar la cruz, — es la natural (ontológica) y con eso mismo lógica, culminación de todo el proceso cósmico de formación, de toda la evolución cósmica. Sin esta resurrección del hombre a la vida Eterna, todo el Universo, y todo lo que ocurre en él, perdería su sentido.
Pero Cristo resucitó y dio sentido a nuestra existencia, abriendo ante nosotros las puertas de la vida Eterna.
Creemos en esto. Y para esta futura resurrección de los muertos vivimos. Amén.
El sentido de la vida Prot. Nicolás Ivanov.

Bloque temático IV. La metafísica
2.1 La pregunta por el sentido de la existencia: EL ABSURDO

1. CAMUS, Albert:  El mito de Sísifo  
Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.
Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales. No obstante, según otra tradición, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello contradicción. Difieren las opiniones sobre los motivos que le convirtieron en un trabajador inútil en los infiernos. Se le reprocha, ante todo, alguna ligereza con los dioses. Reveló sus secretos. Egina, hija de Asopo, fue raptada por Júpiter. Al padre le asombró esa desaparición y se quejó a Sísifo. Éste, que conocía el rapto, se ofreció a informar sobre él a Asopo con la condición de que diese agua a la ciudadela de Corinto. Prefirió la bendición del agua a los rayos celestes.
Por ello le castigaron enviándole al infierno. Homero nos cuenta también que Sísifo había encadenado a la Muerte. Plutón no pudo soportar el espectáculo de su imperio desierto y silencioso. Envió al dios de la guerra, quien liberó a la Muerte de manos de su vencedor. Se dice también que Sísifo, cuando estaba a punto de morir, quiso imprudentemente poner a prueba el amor de su esposa. le ordenó que arrojara su cuerpo sin sepultura en medio de la plaza pública. Sísifo se encontró en los infiernos y allí irritado por una obediencia tan contraria al amor humano, obtuvo de Plutón el permiso para volver a la tierra con objeto de castigar a su esposa. Pero cuando volvió a ver este mundo, a gustar del agua y el sol, de las piedras cálidas y el mar, ya no quiso volver a la sombra infernal.
Los llamamientos, las iras y las advertencias no sirvieron para nada. Vivió muchos años más ante la curva del golfo, la mar brillante y las sonrisas de la tierra. Fue necesario un decreto de los dioses. Mercurio bajó a la tierra a coger al audaz por la fuerza, le apartó de sus goces y le llevó por la fuerza a los infiernos, donde estaba ya preparada su roca. Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es en tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. no se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces como la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volverla a subir hacia las cimas, y baja de nuevo a la llanura. Sísifo me interesa durante ese regreso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra.
Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. Si este mito es trágico lo es porque su protagonista tiene conciencia.
¿ En qué consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso le sostuviera la esperanza de conseguir su propósito?. El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo.
Pero no es trágico sino en los raros momentos en que  se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde conoce toda la magnitud de su condición miserable: en ella piensa durante su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no venza con el desprecio.
Por lo tanto, si el descenso se hace algunos días con dolor, puede hacerse también con alegría. Esta palabra no está de mas. Sigo imaginándome a Sísifo volviendo hacia su roca, y el dolor estaba al comienzo. Cuando las imágenes de la tierra se aferran demasiado fuertemente al recuerdo, cuando el llamamiento de la dicha se hace demasiado apremiante, sucede que la tristeza surge en el corazón del hombre: es la victoria de la roca, la roca misma. La inmensa angustia es demasiado pesada para poderla sobrellevar. Son nuestras noches de Getsemaní.
Pero las verdades aplastantes perecen al ser reconocidas. Así, Edipo obedece primeramente al destino sin saberlo, pero su tragedia comienza en el momento en que sabe.
Pero en el mismo instante, ciego y desesperado, reconoce que el único vínculo que le une al mundo es la mano fresca de una muchacha. Entonces resuena una frase desesperada: "A pesar de tantas pruebas, mi edad avanzada y la grandeza de mi alma me hacen juzgar que todo está bien". El Edipo de Sófocles, como el Kirilov de Dostoievsky, da así la fórmula de la victoria absurda. La sabiduría antigua coincide con el heroísmo moderno. No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado a escribir algún manual de la dicha. " Eh, cómo!. ¿ Por caminos tan estrechos...?". Pero no hay más que un mundo. La dicha y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables. Sería un error decir que la dicha nace forzosamente del descubrimiento absurdo. Sucede también que la sensación de lo absurdo nace de la dicha. " Juzgo que todo está bien", dice Edipo, y esta palabra es sagrada. Resuena en el universo y limitado del hombre. Enseña que todo no es ni ha sido agotado.
Expulsa de este mundo a un dios que había entrado en él con la insatisfacción y afición a los dolores inútiles.
Hace del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los hombres. Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos.
En el universo vuelto de pronto a su silencio se alzan las mil vocecitas maravillosas de la tierra. Llamamientos inconscientes y secretos, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el premio de la victoria. No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo demás, sabe que es dueño de sus días. En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierten en su destino, creado por el, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte. Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando. Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. El también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre.
Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.
Trascripción de Marcelo Zamora del original de ALBERT CAMUS para todos los mortales que se animen a pagar el precio de un destino, quizás trágico, pero propio.
1.      ¿Por qué Sísifo es un héroe absurdo?
2.      ¿Cuál es el precio que tiene que pagar por su pasión con la vida?
3.      ¿Por qué es un mito trágico?
4.      ¿Por qué este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil  a Sísifo?
5.      ¿Por qué debemos de imaginarnos a Sísifo contento?
2. El Hombre Absurdo
"mi campo," dijo Goethe, "es el tiempo." Ése es de hecho el discurso absurdo. ¿Cuál, en hecho, es el hombre absurdo? Él que, sin la negación de él, no hace nada para el eterno. No esa nostalgia es extranjera a él. Pero él prefiere su valor y su razonamiento. El primero lo enseña a vivir sin súplica y a conseguir junto con lo que él tiene; el segundo le informa sus límites. Asegurado de su libertad temporal limitada, de su rebelión desprovista de futuro, y de su sentido mortal, él vive fuera de su aventura dentro del palmo de su curso de la vida. Ése es su campo, del que es su acción, de la cual él blinda cualquier juicio pero suyo propio. Una mayor vida para él no puede significar otra vida. Eso sería injusto. No soy discurso uniforme aquí de esa eternidad ínfima que se llame posteridad. Mme Roland confió en sí. Ese rashness (impestuosidad, arrebato)  enseño una lección. La posteridad es alegre de cotizar esta observación, pero se olvida de juzgarla. Mme Roland es indiferente a la posteridad.
---Albert Camus
1.                  ¿Por qué el hombre absurdo renuncia a la eternidad? ¿Y qué prefiere en su lugar?
2.                  ¿por qué es indiferente a la posteridad?
Bloque III La Metafísica> 2.2 La pregunta por la Realidad.

LA TEORÍA DE LAS IDEAS.

            Vivimos en un mundo gobernado por los sentidos y sometido al flujo y devenir permanente de las cosas, aunque seguimos reconociendo los objetos como siendo los mismos y los designamos con los mismos nombres y así por ejemplo podemos reconocer dos cosas distintas como “dos sillas” siendo lo mismo “Silla”
¿A qué se debe eso si en realidad no son iguales? ¿Porqué siendo dos cosas distintas las llamamos igual?.

Éste problema lo soluciona Platón postulando la existencia de un mundo de ideas, independiente del que vivimos, que tiene autonomía y existencia propia y que es causa del nuestro. Este mundo de las ideas es un mundo de esencias inmutables, mientras que el mundo en que estamos inmersos es un mundo de cosas materiales, sometido al cambio continuo, al nacimiento, a la extinción y a la destrucción, pero construido a imitación del mundo ideal.

En este mundo ideal existen modelos paradigmáticos y ejemplares que son la esencia y el verdadero significado de las cosas y del ser. Ese mundo de las ideas es no-material y no-sensible, sino ideal, racional y conceptual y además causa de todas las cosas sensibles.
Las ideas son el ser verdadero o la auténtica realidad, ya que cuando nos referimos a las ideas nos referimos a la esencia de las cosas, lo que nunca cambia, y esto es algo, que frente al cambio permanente en los objetos sensibles captados por la observación (sentidos) solo puede ser captado a través de la RAZÓN y del ALMA. 
La razón es quién descubre esa naturaleza permanente de cada cosa que no cambia: su esencia, su forma o definición.

De esto que el verdadero ser sea ideal y racional y no material ni sensible.



Teoría de las Ideas (II): La relación entre los mundos material (sensible) y racional (inteligible).

            Al ser lo verdadero y lo real las ideas (a esto se le llama “idealismo platónico” a toda la teoría de las ideas de Platón) podemos preguntarnos: ¿Qué son, entonces, las cosas concretas y particulares que existen en el mundo sensible que vemos y observamos a diario?
Pues bien para Platón, y en este sentido es tajante, todas las cosas materiales y sensibles, todo lo conocido a través de los sentidos son copias o sombras, simples imitaciones de las ideas o conceptos, y llegando más allá este mundo de los sentidos es para Platón pura ficción, irreal, ya que las cosas sensibles y particulares participan solo en un pequeño grado de las ideas que intentan copiar o imitar.
Las ideas son perfectas, pero proyectan su realidad sobre las cosas de este mundo sensible. Las ideas son lo perfecto y lo terrestre el mundo de las formas lo observable, lo sensible es una reproducción, una imitación, de la/s idea/s correspondientes.
Toda ésta teoría acerca de la REALIDAD fue expuesta magistralmente por PLATÓN en lo que se ha venido por conocer como “Mito de la Caverna”:
“I.- Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo más y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
            ‑Ya lo veo ‑dijo.
            ‑Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
            ‑¡Qué extraña escena describes ‑dijo‑ y qué extraños prisioneros!
            ‑Iguales que nosotros ‑dije‑, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
            ‑¿Cómo ‑dijo‑, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
            ‑¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
            ‑¿Qué otra cosa van a ver?  (…)
- Entonces no hay duda –dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.

BLOQUE IV. Apartado III. La crítica a la metafísica.

NIETZSCHE,   El crepúsculo de los ídolos, capítulo “La ‘razón’ en la filosofía”, apartados 1, 4 y 6  (trad. A. Sánchez Pascual,  Madrid, Alianza, 1998, pp. 51, 53-54 y 55-56).
1.           “¿Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?... Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni [desde la perspectiva de lo eterno],    -cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran, ‑se vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran. La muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones, ‑incluso refutaciones.

Lo que es no deviene; lo que deviene no es... Ahora bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es. Mas como no pueden apoderarse de ello, buscan razones de por qué se les retiene. "Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de que no percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el engañador? ‑"Lo tenemos, gritan dichosos, ¡es la sensibilidad! Estos sentidos, que también en otros aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca del mundo verdadero. Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del devenir, de la historia [Historie], de la mentira, ‑la historia no es más que fe en los sentidos, fe en la mentira. Moraleja: decir no a todo lo que otorga fe a los sentidos, a todo el resto de la humanidad: todo él es "pueblo". ¡Ser filósofo, ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica de sepulturero! ‑ ¡Y sobre todo, fuera el cuerpo, esa lamentable "idée fixe" [idea fija] de los sentidos!, ¡sujeto a todos los errores de la lógica que existen, refutado, incluso imposible, aun cuando es lo bastante insolente para comportarse como si fuera real!..."   (…)
4.               La otra idiosincrasia de los filósofos no es menos peligrosa: consiste en confundir lo último y lo primero. Ponen al comienzo, como comienzo, lo que viene al final ‑¡por desgracia! , ¡pues no debería siquiera venir!- los "conceptos supremos", es decir, los conceptos más generales, los más vacíos, el último humo de la realidad que se evapora. Esto es, una vez más, sólo expresión de su modo de venerar: a lo superior no le es lícito provenir de lo inferior, no le es lícito provenir de nada... Moraleja: todo lo que es de primer rango tiene que ser causa sui [causa de sí mismo]. El proceder de algo distinto es considerado como una objeción, como algo que pone en entredicho el valor. Todos los valores supremos son de primer rango, ninguno de los conceptos supremos, lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto -ninguno de ellos puede haber devenido, por consiguiente tiene que ser causa sui. Mas ninguna de esas cosas puede ser tampoco desigual una de otra, no puede estar en contradicción consigo misma... Con esto tienen los filósofos su estupendo concepto "Dios"... Lo último, lo más tenue, lo más vacío es puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum [ente realísimo] ... ¡Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de telarañas! -¡Y lo ha pagado caro!...      (…)
6.        Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan nuevo, en cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la contradicción.
            Primera tesis. Las razones por las que "este" mundo ha sido calificado de aparente fundamentan, antes bien, su realidad, ‑otra especie distinta de realidad es absolutamente indemostrable.
            Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al "ser verdadero" de las cosas son los signos distintivos del no‑ser, de la nada, ‑a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha construido el "mundo verdadero": un mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.
            Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de "otro" mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza de la vida con la fantasmagoría de "otra" vida distinta de esta, "mejor" que ésta.
            Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo "verdadero" y en un mundo aparente", ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la decadence, -un síntoma de la vida descendente... El hecho de que el artista estime más a la apariencia que la realidad no constituye una objeción contra esta tesis. Pues a la "apariencia" significa aquí la realidad una vez más, sólo que seleccionada, reforzada, corregida... El artista trágico no es un pesimista, ‑dice precisamente sí incluso a todo lo problemático y terrible, es dionisíaco...”.

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La Pregunta por la muerte: La ética de EPICURO
La ética, como ya se ha dicho, es la culminación del sistema filosófico de Epicuro: la filosofía como el modo de lograr la felicidad, basada en la autonomía o autarkeia y la tranquilidad del ánimo o ataraxia. En la medida en la que la felicidad es el objetivo de todo ser humano, la filosofía es una actividad que cualquier persona, independientemente de sus características (edad, condición social, etc.) puede y debe realizar.

 Lo que se debe evitar

Para exponer la ética de Epicuro podemos fijarnos en dos grandes bloques. Por un lado todo aquello que su filosofía pretende evitar, que es, en definitiva, el miedo en sus diversos modos y maneras, y por otro lado, aquello que se persigue por considerarse bueno y valioso.
La lucha contra las diversos miedos que atenazan y paralizan al ser humano es parte fundamental de la filosofía de Epicuro; no en vano, ésta ha sido designada como el "tetrafármaco" o medicina contra los cuatro miedos más generales y significativos: el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, el miedo al dolor y el miedo al fracaso en la búsqueda del bien:
1a. - El miedo a los dioses  
es absurdo, nos dice Epicuro, pues éstos en nada intervienen en los asuntos humanos y no se mueven por la ira ni la cólera ni tantos otros sentimientos que comúnmente se les atribuyen. Por el contrario, los dioses deberían ser un modelo de virtud y de excelencia a imitar, pues viven en armonía mutua manteniendo entre ellos relaciones de amistad.
1b. - El miedo a la muerte  
es igualmente absurdo e irracional. Es un temor que se produce por dos motivos: o bien la imaginación nos lleva a pensar que existen cosas terribles tras la muerte o bien es fruto de la consideración de que yo, como individuo, voy a dejar de existir para siempre. Ambas pensamientos, sin embargo, son infundados. Por un lado Epicuro es un materialista, y lo único a lo que le concede una vida eterna es a los mismos átomos, pero no al producto formado por las combinaciones entre ellos.
Por otro lado la muerte no es un mal.
Siendo como es la pérdida de la capacidad de sentir, Epicuro afirma: "La muerte no es nada para nosotros. Cuando se presenta nosotros ya no somos". No siendo un mal en el momento en el que se presenta, menos daño puede hacer mientras estamos vivos y sólo la presentimos. En ese caso es el temor y la angustia que produce la fuente del sufrimiento, y no la muerte. Deberá ser el razonamiento el que nos muestre lo infundado de tal temor. La actitud del sabio es la de vivir razonablemente en lugar de desperdiciar el tiempo que tenemos anhelando un tiempo de vida infinito que nunca lograremos alcanzar:
"El recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo infinito, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible, en efecto, hay en el vivir para quien ha comprendido que nada temible hay en el no vivir."
1c. - El miedo al dolor  
es otro de los objetos de ataque de Epicuro. Se trata de un miedo infundado ya que todo dolor es en realidad fácilmente soportable. Si se trata de un dolo intenso su duración será breve sin duda, mientras que si el dolor es prolongado, su intensidad será leve y podrá ser fácilmente sobrellevado.
1d. - Finalmente el miedo al fracaso
en la búsqueda del bien y de la felicidad en la vida está relacionado con el ideal de autonomía del sabio epicúreo. Quien considera que la felicidad depende de factores externos equivoca su juicio y se somete a cosas que están fuera de su control, como la opinión de los demás, las recompensas externas, etc. Por el contrario, gozando de la autonomía propia del sabio, es posible para cada uno lograr un estado de ánimo equilibrado y gozoso con muy pocos medios (no debe olvidarse que la mayoría de las filosofías helenísticas surgen como respuesta a un mundo en continuo cambio y conflicto y pretenden proporcionar al individuo la coherencia e independencia que la polis clásica había perdido).
 "De todos los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de una vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad."

"Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros. Porque todo bien y todo mal reside en la sensación, y la muerte es privación del sentir. Por lo tanto, el recto conocimiento de que nada es para nosotros la muerte hace dichosa la condición mortal de nuestra vida; no porque le añada una duración ilimitada, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada hay, pues, temible en el vivir para quien ha comprendido rectamente que nada temible hay en el no vivir. (Carta a Meneceo, 124)"


"Así que el más espantoso de los males nada es para nosotros, puesto que mientras somos la muerte no está presente, y cuando la muerte se presenta ya no existimos. En nada afecta, pues, ni a los vivos ni a los muertos, porque para aquellos no está y éstos ya no son [...]. El sabio, en cambio, ni rehusa la vida ni teme el no vivir, porque no le abruma el vivir, ni considera que sea algún mal el no vivir (Carta a Meneceo, 125)"





Carta a Meneceo por Epicuro

Que ninguno por ser joven vacile en filosofar, ni por llegar a la vejez se canse de filosofar. Pues no hay nadie demasiado prematuro ni demasiado retrasado en lo que concierne a la salud de su alma. El que dice que el tiempo de filosofar no le ha llegado o le ha pasado ya es semejante al que dice que todavía no le ha llegado o que ya ha pasado el tiempo para la felicidad. Así que deben filosofar tanto el joven como el viejo; éste para que, en su vejez, rejuvenezca en los bienes por la alegría de lo vivido; aquél, para que sea joven y viejo al mismo tiempo por su intrepidez frente al futuro. Es, pues, preciso que nos ejercitemos en aquello que produce la felicidad, si es cierto que, cuando la poseemos, lo tenemos todo y cuando nos falta, lo hacemos todo por tenerla.
Practica y ejercita todos los principios que continuamente te he recomendado, teniendo en cuenta que son los elementos de la vida feliz. Antes de nada, considera a la divinidad como un ser incorruptible y dichoso --tal como lo suscribe la noción común de la divinidad-- y no le atribuyas nada ajeno a la incorruptibilidad ni impropio de la dicha.
 Piensa de ella aquello que pueda mantener la dicha con la incorruptibilidad. Porque los dioses, desde luego, existen: el conocimiento que tenemos de ellos es, en efecto, evidente. Pero no son como los considera la gente, pues ésta no los mantiene conforme a la noción que tienen de ellos. No es impío el que desecha los dioses de la gente, sino quien atribuye a los dioses las opiniones de la gente.
Pues no son premociones, sino vanas presunciones los juicios de la gente sobre los dioses, de donde hacen derivar de los dioses los mayores daños y beneficios. En efecto, familiarizados continuamente con sus propias virtudes, acogen a sus iguales, considerando extraño todo aquello que no les sea semejante.
Acostúmbrate a considerar que la muerte no es nada para nosotros, puesto que todo bien y todo mal están en la sensación, y la muerte es pérdida de sensación. Por ello, el recto conocimiento de que la muerte no es nada para nosotros hace amable la mortalidad de la vida, no porque le añada un tiempo indefinido, sino porque suprime el anhelo de inmortalidad.
Nada hay terrible en la vida para quien está realmente persuadido de que tampoco se encuentra nada terrible en el no vivir. De manera que es un necio el que dice que teme la muerte, no porque haga sufrir al presentarse, sino porque hace sufrir en su espera: en efecto, lo que no inquieta cuando se presenta es absurdo que nos haga sufrir en su espera. Así pues, el más estremecedor de los males, la muerte, no es nada para nosotros, ya que mientras nosotros somos, la muerte no está presente y cuando la muerte está presente, entonces nosotros no somos. No existe, pues, ni para los vivos ni para los muertos, pues para aquéllos todavía no es, y éstos ya no son. Pero la gente huye de la muerte como del mayor de los males, y la reclama otras veces como descanso de los males de su vida.
El sabio, en cambio, ni rechaza el vivir ni teme el no vivir; pues ni el vivir le parece un mal ni cree un mal el no vivir. Y así como de ninguna manera elige el alimento más abundante, sino el más agradable, así también goza del tiempo más agradable, y no del más duradero. El que exhorta al joven a vivir bien y al viejo a morir bien, es un necio, no sólo por lo grato de la vida, sino porque el arte de vivir bien y el de morir bien es el mismo. Y mucho peor el que dice que es mejor no haber nacido, pero una vez nacido, atravesar cuanto antes las puertas del Hades.
Pues si lo dice convencido, ¿por qué no abandona la vida? A su alcance está el hacerlo, si es que lo ha meditado con firmeza. Y si bromea, es un necio en asuntos que no lo admiten.
Hemos de recordar que el futuro no es nuestro pero tampoco es enteramente no nuestro, para que no esperemos absolutamente que sea, ni desesperemos absolutamente de que sea.
Y hay que calcular que, de los deseos, unos son naturales y otros vanos. Y de los naturales, unos necesarios, otros sólo naturales. Y de los necesarios, unos son necesarios para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma.
Una recta visión de estos deseos sabe, pues, referir a la salud del cuerpo y a la imperturbabilidad del alma toda elección o rechazo, pues ésta es la consumación de la vida feliz. En orden a esto lo hacemos todo; para no sufrir ni sentir temor. Apenas lo hemos conseguido, toda tempestad del alma amaina, no teniendo el ser vivo que encaminarse a nada como a algo que le falte, ni a buscar ninguna otra cosa con la que completar el bien del alma y del cuerpo. Porque del placer tenemos necesidad cuando sufrimos por su ausencia, pero cuando no sufrimos ya no tenemos necesidad del placer. Y por esto decimos que el placer es principio y consumación de la vida feliz, porque lo hemos reconocido como bien primero y congénito, a partir del cual comenzamos toda elección y rechazo y hacia el que llegamos juzgando todo bien con el sentimiento como regla. Y ya que éste es el bien primero e innato, por eso mismo no escogemos todos los placeres, sino que hay veces en que renunciamos a muchos placeres, cuando de ellos se sigue para nosotros una incomodidad mayor. Y a muchos dolores los consideramos preferibles a los placeres si, por soportar tales dolores durante mucho tiempo, nos sobreviene un placer mayor. En efecto, todo placer, por tener naturaleza innata, es bueno, pero sin duda, no todos son dignos de ser escogidos. De la misma forma, todo dolor es un mal, pero no todos deben evitarse siempre.

Conviene juzgar todas estas cosas con una justa medida a la vista de lo útil y lo inútil. Pues usamos algunas veces del bien como de un mal, y, al revés, del mal como de un bien.

También consideramos un gran bien a la autosuficiencia, no para que en toda ocasión usemos de pocas cosas, sino a fin de que, si no tenemos mucho, nos contentemos con poco, sinceramente convencidos de que disfrutan más agradablemente de la abundancia, quienes menos necesidad tienen de ella, y de que todo lo natural es muy fácil de conseguir, y lo vano muy difícil de alcanzar. Los alimentos frugales proporcionan el mismo placer que una comida abundante, cuando alejan todo el dolor de la indigencia. Pan y agua proporcionan el más elevado placer, cuando los lleva a la boca quien tiene necesidad. El acostumbrarse a las comidas sencillas y frugales es saludable, hace al hombre resuelto en las ocupaciones necesarias de la vida, nos dispone mejor cuando ocasionalmente acudimos a una comida lujosa y nos hace intrépidos ante el azar.
Así, cuando decimos que el placer es fin, no hablamos de los placeres del los corruptos y de los que se encuentran en el goce, como piensan algunos que no nos conocen y no piensan igual , o nos interpretan mal, sino de no sufrir en el cuerpo ni ser perturbados en el alma.
Pues ni fiestas ni banquetes continuos, ni el goce de muchachos y doncellas, ni de pescados y cuanto comporta una mesa lujosa engendran una vida placentera, sino un cálculo sobrio que averigüe las causas de toda elección y rechazo y que destierre las falsas creencias a partir de las cuales se apodera de las almas la mayor confusión. De todo esto, el principio y el mayor bien es la prudencia. Por ello, más preciosa incluso que la filosofía es la prudencia, de la que nacen todas las demás virtudes, enseñándonos que no es posible vivir placenteramente sin vivir prudente, honesta y justamente, ni vivir prudente, honesta y justamente, sin vivir placenteramente. Pues las virtudes son connaturales al vivir feliz, y el vivir feliz es inseparable de éstas.
Porque, ¿a quién consideras mejor que a aquél que tiene sobre los dioses creencias piadosas y en relación a la muerte carece por completo de temor, que tiene presente el fin propio de la naturaleza, que distingue que el límite de los bienes es fácil de alcanzar y que el de los males tiene o poca duración o pocas penas, que se ríe del destino tomado por algunos como señor de todas las cosas, afirmando que unas suceden por necesidad, otras por azar y otras por obra nuestra, porque ve que la necesidad es irresponsable, el azar inestable y lo que está en nuestras manos carece de dueño, y a quien, por tanto, corresponden naturalmente la censura y la alabanza.
Porque era mejor adherirse a los mitos sobre los dioses que ser esclavos del destino de los físicos. Aquéllos esbozan una esperanza de intercesión por medio del culto a los dioses, éste presenta una necesidad inexorable. Entendiendo el azar no como un dios, como lo considera la gente -porque nada carente de orden obra la divinidad-- ni como una causa insegura -pues no cree que a partir del azar les sean dados a los hombres el bien y el mal en orden a la vida feliz, pero sí que de él se procuran los principios de los grandes bienes y males-, considerando que es mejor ser desdichado con sensatez que afortunado con insensatez; es, por otra parte, mejor que en nuestras acciones el buen juicio sea coronado por la fortuna.
En estos pensamientos y los análogos, a éstos ejercítate, pues, día y noche, sea para tí mismo, sea con alguno semejante a ti, y nunca -despierto ni dormido- serás turbado; vivirás como un dios entre los hombres. Pues en nada se parece a un ser mortal el hombre que vive entre bienes inmortales.

Frases  célebres.

No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre. Stefan Zweig (1881-1942) Escritor austriaco.

Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que ya han sido demasiadas.
Bob Marley (1945-1981) Músico jamaicano.

Sin no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.

Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo. Platón (427 AC-347 AC) Filósofo griego.

Si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente sería una burla cruel.
Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.

La muerte sólo será triste para los que no han pensado en ella. Fénelon (1651-1715) Escritor y teólogo francés.

La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto.
Baltasar Gracián (1601-1658) Escritor español.

¿Cuál es nuestra posición en el Universo?
He aquí algunas de las cuestiones: Somos el centro del Universo. Todos los planetas y las estrellas y el Sol y la Luna giran alrededor nuestro. (Chico, debemos ser realmente especiales.)
Ésa era la creencia impuesta (Aristarco aparte) hasta la época de Copérnico (S.XV-XVI). Le gustaba a mucha gente porque les daba una posición central aunque claro está totalmente injustificada en el Universo. El mero hecho de estar en la Tierra te hacía privilegiado y eso nos  hace sentir bien. Luego llegó la prueba de que la Tierra era sólo un planeta y de que esos puntos en movimiento eran también planetas.
Decepcionante. Incluso deprimente. Mejor cuando éramos centrales y únicos.
Pero al menos nuestro Sol está en el centro del Universo.
No, esas otras estrellas también son soles, y lo que es más, nos encontramos en las afueras de la galaxia. No estamos nada cerca del centro de la galaxia. Muy deprimente.
Bueno, al menos la Vía Láctea está en el centro del Universo.
Luego un poco más de progreso científico. Descubrimos que no existe eso del centro del Universo. Lo que es más, hay cien mil millones de galaxias más. Ésta no tiene nada de especial. Completamente deprimente.
Bueno, al menos nosotros, los humanos, somos el pináculo de la creación. Somos aparte. Todas esas criaturas, las plantas y los animales, son inferiores. Nosotros somos superiores, no tenemos conexión con ellos. Todo ser viviente ha sido creado separadamente.
Luego viene Darwin. Descubrimos una continuidad evolucionaria. Estamos relacionados estrechamente con las otras bestias y vegetales. Lo que es más, nuestros parientes biológicos más cercanos son los chimpancés. Ésos son nuestros parientes más cercanos (¿esos bichos?) Es una vergüenza. ¿Has ido alguna vez al zoo y los has visto? ¿Sabes lo que hacen? Imagina lo embarazosa que era esta verdad en la Inglaterra victoriana, cuando Darwin tuvo esta idea.
Hay otros ejemplos importantes (sistemas de referencia privilegiados en física y la mente inconsciente en psicología) que pasaré por alto.
Mantengo que en la tradición de este largo conjunto de debates (cada uno de los cuales ha sido ganado por los copernicanos, por los tipos que dicen que no hay nada especial en nosotros), hubo una nota callada profundamente emocional en los debates de las dos sesiones del CSICOP que he mencionado.
La búsqueda de inteligencia extraterrestre y el análisis de un posible lenguaje animal hieren a uno de los sistemas de creencia pre-copernicanos que quedan:
Al menos somos las criaturas más inteligentes de todo el Universo.
Si no existen más chicos listos en ninguna parte, aunque estemos relacionados con los chimpancés, aunque estemos en las afueras de un universo vasto y tremendo, al menos todavía nos queda algo especial. Pero, en el momento que encontremos inteligencia extraterrestre, se perderá el último pedazo de presunción. Creo que parte de la resistencia
a la idea de la inteligencia extraterrestre es debida a la presunción anti-copernicana. Asimismo, sin tomar ninguna postura en el debate de si hay otros animales (los primates superiores, especialmente los grandes monos) inteligentes o con un lenguaje, es claramente, a nivel emocional, la misma cuestión. Si definimos a los humanos como criaturas que tienen lenguaje y nadie más tiene lenguaje, al menos somos únicos en ese aspecto. Pero si resulta que todos esos sucios, repugnantes y graciosos chimpancés pueden, con el Ameslan o de cualquier otra manera, comunicar ideas, entonces ¿qué nos queda de especial a nosotros? En los debates científicos existen, a menudo inconscientemente, impulsoras predisposiciones emocionales sobre estas cuestiones. Es importante darse cuenta de que los debates científicos, al igual que los debates pseudocientíficos, pueden llenarse de emociones por todas estas razones.

¿Estamos solos en el universo?
Ahora echemos un vistazo más de cerca a la búsqueda de inteligencia extraterrestre por radio. ¿En qué se diferencia de la pseudociencia? Dejadme contar un par de casos reales. A principios de los sesenta, los soviéticos ofrecieron una rueda de prensa en Moscú en la que anunciaron que una fuente distante de radio, llamada CTA-102, estaba variando sinusoidalmente, como una onda seno, con un periodo de unos 100 días. ¿Por qué convocaron una rueda de prensa para anunciar que una fuente distante de radio estaba variando? Porque pensaban que era una civilización extraterrestre de inmenso poder. Eso se merece convocar una rueda de prensa. Esto es incluso anterior a la existencia de la palabra cuásar. Hoy sabemos que CTA-102 es un cuásar. No sabemos muy bien lo que es un cuásar: y existe más de una explicación para ellos mutuamente exclusiva en la literatura científica. No obstante, pocos consideran seriamente que un cuásar, como CTA-102, sea una civilización galáctica extraterrestre, porque hay un número de explicaciones alternativas de sus propiedades que son más o menos consistentes con las leyes físicas que conocemos sin evocar a la vida alienígena. La hipótisis extraterrestre es una hipótesis de último recurso. Sólo si falla todo lo demás se acude a ella. Segundo ejemplo: en 1967, científicos británicos encontraron una fuente de radio cercana que fluctuaba en un periodo de tiempo mucho más corto, con un periodo constante de hasta diez cifras significativas. ¿Qué era? Su primer pensamiento fue que era algo como un mensaje que se nos estaba enviando, o un faro de navegación interestelar para las naves espaciales que volaban entre las estrellas. Incluso le dieron, entre los de la Universidad de Cambridge, el pervertido nombre de LGM-1 (Little Green Men, u Hombrecillos Verdes). Sin embargo (eran más listos que los soviéticos), no convocaron una rueda de prensa, y pronto se hizo claro que lo que tenían era lo que ahora se llama un púlsar. De hecho fue el primer púlsar, el púlsar de la Nebulosa Cangrejo. Bueno, ¿qué es un púlsar? Un púlsar es una estrella comprimida hasta el tamaño de una ciudad, soportada como no lo está ninguna otra estrella, no por presión gaseosa, no por exclusión electrónica, sino por las fuerzas nucleares. Es, en cierto sentido, un núcleo atómico del tamaño de Pasadena. Sostengo que esa es una idea al menos tan rara como la del faro de navegación interestelar. La respuesta a lo que es un púlsar tiene que ser algo muy extraño. No es una civilización extraterrestre, es otra cosa: pero otra cosa que abre nuestros ojos y mentes e indica posibilidades en la naturaleza que nunca habríamos
adivinado.
Luego está la cuestión de los falsos positivos. Frank Drake en su original experimento Ozma, Paul Horowitz en el programa META (Megachannel Extraterrestrial Assay) patrocinado por la Sociedad Planetaria, el grupo de la Universidad de Ohio y muchos otros grupos han recibido señales que han hecho palpitar sus corazones. Piensan por un momento que han captado una señal genuina. En algunos casos no tenemos la menor idea de lo que fue; las señales no se han repetido. La noche siguiente apuntas el mismo telescopio al mismo punto en el cielo con la misma modulación y la misma frecuencia, y lo pasa-bandas todo de la misma manera, y no oyes nada. No publicas esos datos. Puede ser un mal funcionamiento del sistema de detección. Puede ser un avión militar AWACS revoloteando y emitiendo en canales de frecuencia supuestamente reservados para la radioastronomía.
Puede ser un aparato de diatermia en la misma calle. Hay muchas posibilidades. No se declara inmediatamente que has descubierto inteligencia extraterrestre sólo porque has encontrado una señal anómala.
Y si se repitiese, ¿lo anunciarías? No. Puede ser una broma. Puede ser algo que le pasa a tu sistema y que no eres capaz de descifrar. En cambio, llamarías a los científicos de un montón de radiotelescopios y les dirías que en ese punto particular del cielo, a esa frecuencia, modulación, y banda y todo eso, pareces captar algo curioso. ¿Por favor, podrían mirar si captan algo parecido? Y sólo si obtienen la misma información varios observadores independientes del mismo punto del cielo piensas que tienes algo. Aun entonces sigues sin saber que ese algo es inteligencia extraterrestre, pero al menos has podido determinar que no es algo de la Tierra. (Y también que no es algo en órbita terrestre; está más lejos que eso.) Este es el primer plan de acción que se requiere para asegurarse de que realmente tienes una señal de una civilización extraterrestre. Fíjate que hay una cierta disciplina implicada. El escepticismo impone una carga. No puedes salir y gritar pequeños hombrecillos verdes, porque vas a parecer muy tonto, como les pasó a los soviéticos con el CTA-102, que resultó ser algo muy distinto. Es necesaria una cautela especial cuanto las implicaciones son de tanta importancia como aquí. No estamos obligados a decidirnos por algo en cuanto tenemos unos datos. No pasa nada por no estar seguros.
Me suelen preguntar: "¿Crees que existe inteligencia extraterrestre?" Y yo respondo con los argumentos habituales. Hay un montón de lugares allá afuera, miles de millones. Luego digo que me sorprendería mucho que no existiese inteligencia extraterrestre, pero que por supuesto no tenemos pruebas concluyentes de ello. Y luego me preguntan: "Vale, pero ¿qué es lo que crees realmente?" Y respondo: "Ya te he dicho lo que creo." "Sí, pero ¿qué te dicen tus entrañas?" Pero yo no intento pensar con mis entrañas. En serio, es mejor reservarse la opinión hasta que tengamos pruebas. Carl Sagan escribía en Parade, una revista semanal de temática general que se distribuye con diferentes diarios en EEUU, leído por 65 millones de personas. Aunque cada vez más, y en Astronomía Digital somos testigos, este es aún un caso poco común entre los científicos.
Después de que se publicase mi artículo El Arte de la Detección de Camelos en Parade (1 feb. 1987), recibió, como puedes imaginar, un montón de cartas. Parade es leído por 65 millones de personas. En el artículo di una larga lista de cosas que eran presuntos o demostrados camelos (treinta o cuarenta). Los defensores de todas esas cosas resultaron uniformemente ofendidos, por lo que recibí montones de cartas. También ofrecí un conjunto de instrucciones muy elementales acerca de cómo tratar a los camelos (los argumentos de una autoridad no valen, todos los pasos de una cadena de evidencias tienen que ser válidos, etcétera). Mucha gente contestó diciendo: "Tiene usted toda la razón en las generalidades; desafortunadamente, eso no es aplicable a mi doctrina particular." Por ejemplo, uno de ellos decía que la idea de que existe inteligencia extraterrestre fuera de la Tierra es un ejemplo de excelente camelo.
Concluía: "Estoy tan seguro de esto como de cualquier otra cosa en mi experiencia. No hay vida consciente en otro lugar del Universo. El Hombre vuelve así a su legítima posición en el centro del Universo." Otro remitente también estaba de acuerdo con todas mis generalidades, pero decía que, como escéptico empedernido, yo había cerrado mi mente a la
verdad. Más notablemente, he ignorado la evidencia de que la Tierra tiene seismil años de antigüedad. Bueno, no la he ignorado; he considerado la supuesta evidencia y luego la he rechazado. Existe una diferencia, y ésta es una diferencia, podríamos decir, entre prejuicio y postjuicio. Prejuicio es hacer un juicio antes de considerar los hechos. Postjuicio es hacer un juicio después de considerarlos. El prejuicio es terrible, en el sentido de que se cometen injusticias y graves errores. El postjuicio no es terrible. Por supuesto, no puedes ser perfecto; también puedes cometer errores. Pero es permisible hacer un juicio después de haber examinado la evidencia. En algunos círculos incluso se fomenta.
Creo que parte de lo que impulsa a la ciencia es la sed de maravilla. Es una emoción muy poderosa. Todos los niños la sienten. En una clase de parvulario, todos la sienten; en una clase de bachillerato casi nadie la siente, o siquiera la reconoce. Algo pasa entre el parvulario y el bachillerato, y no es sólo la pubertad. No sólo los colegios y los medios
no enseñan mucho escepticismo, tampoco se fomenta mucho este emocionante sentido de lo maravilloso. Ambas ciencia y pseudociencia despiertan ese sentimiento. Una pobre popularización de la ciencia establece un nicho ecológico para la pseudociencia.
Si la ciencia se explicase a la gente de a pie de una manera accesible y excitante, no habría sitio para la pseudociencia. Pero existe una especie de Ley de Gresham por la que, en la cultura popular, la mala ciencia expulsa a la buena. Y por esto pienso que tenemos que culpar, primero, la comunidad científica por no hacer un mejor trabajo popularizando la
ciencia, y segundo, a los medios, que a este respecto son casi por completo inútiles. Todo periódico americano tiene una columna diaria de astrología. ¿Cuántos tienen siquiera una columna semanal de astronomía? Y también pienso que es culpa del sistema educativo. No enseñamos a pensar. Esto es un error muy serio que podría incluso, en un mundo infestado con 60.000 armas nucleares, comprometer el futuro de la humanidad.
Sostengo que hay mucha más maravilla en la ciencia que en la pseudociencia. Y además, en la medida que esto tenga algún significado, la ciencia tiene como virtud adicional (y no es una despreciable) su veracidad.

La Tierra entera no es más que un punto, ni el lugar que habitamos más que una insignificante esquina del mismo” Marco Aurelio, emperador romano. Meditaciones Vol 4 aprx 170

“Hagamos un experimento: observemos el punto azul pálido. Contemplémoslo durante un rato. Miremos ese puntito el tiempo que haga falta y luego tratemos de convencernos de que Dios creó todo el Universo exclusivamente para una de entre los diez millones de especies que habitan esa mota de polvo. Demos ahora un paso más; imaginemos que todo fue creado para un solo matiz de esa especie, o género, o subdivisión étnica o religiosa. Si eso no nos parece demasiado improbable, tomemos otro puntito. Supongamos que ése está habitado por una forma distinta de vida inteligente. También ellos defienden la noción de un Dios que lo ha creado todo para su beneficio. ¿Tomaremos en serio su reivindicación?”
Carl SAGAN. Un punto azul pálido. Pg 11  



Hª de un error….
“nuestros antepasados vivieron al aire libre. Estaban tan familiarizado con el cielo nocturno como la mayoría de nosotros lo estamos con nuestro programa favorito de televisión. El Sol, la Luna, las estrellas y los planetas salían todos ellos por el este y se ponían por el oeste, atravesando el cielosobre sus cabezas. El movimiento de los cuerpos celestes no era para ellos un mero entretenimiento que les provocara una reverencial inclinación de cabeza o una exclamación de admiración: era el único modo de saber la hora del día y las estaciones del año. Tanto para cazadores y forrejeadores como para la gente que vivía de la agricultura, el conocimiento del cielo era cuestión de vida y muerte.
¡ Qué suerte para nosotros que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas conformen un reloj cósmico tan elegantemente configurado¡ No parecía una casualidad. Fueron puestos ahí con un proposito, nada menos que para nuestro beneficio. ¿Quién si no iba a hacer uso de llos? Para qué servirían, de no ser así? ¿Y si las luces salen y se ponen a nuestro alrededor, no es evidente que nos encontramos en el centro del Universo?......dan vueltas adulando servilmente a su rey…..El universo parece diseñado para los seres humanos….¡El Universo entero hecho para nosotros¡ Qué importantes debemos ser¡
Está era sin duda la postura de la mayoría de nuestro pasado…desde los primeros cazadores hasta casi todos los grandes filósofos y científicos hasta el siglo XVII en que por fin, cayeron de su error.

Pero muchos siguieron apoyando este gran error…..

“De acuerdo….pero aunque la Tierra no se encuentre en el centro del universo, el Sol sí. El Sol es nuestro Sol. Así pues la Tierra se halla aproximadamente en el centro del universo…” La astronomía ha dejado muy claro que el Sol no es más que una estrella entre un enorme conjunto de soles autogravitarçtorios que recibe el nombre de Vía Láctea y lejos de ocupar el centro…se encuentra en un oscuro brazo espiral a más de treinta mil años luz del centro. Pero entonces “La Vía Láctea es la única galaxia…pero no es una entre miles de millones y además no destaca ni por sus dimensiones ni por su brillo ni por cómo están configuradas o dispuestas las estrellas que la conforman”

Pero ¿Por qué hemos de empeñarnos en pensar qu el Universo fue hecho para nosotros? ¿Por qué nos resulta tan atractiva esa idea?....

     Sobre la existencia de Dios.

¿Qué sabes?.

1.                  Hay muchas personas  que creen en Dios. ¿Por qué creen?¿Conoces algunos argumentos que se suelan utilizar para demostrar la existencia de Dios?¿Cuáles?¿Qué opinión te merecen?¿Crees que esos argumentos valen sólo para el Dios cristiano o también para los demás dioses?
2.                  También existen personas que no creen que Dios exista. ¿Conoces algunos argumentos que den esas personas para apoyar su ateísmo? ¿Qué opinión te merecen?
3.                  En la actualidad ¿piensas que las personas que creen en Dios viven de manera diferente a las que no creen?
4.                  ¿Conoces el término “agnosticismo”?¿qué significa?

I.                                                        Ante la idea de Dios y la realidad de Dios, ha habido tres posiciones filosóficas diferentes:

·                                            Su afirmación: “teismo” que es la doctrina que afirma que Dios existe y que puede ser conocido.

Tipos:
-                                                                           Fideismo, que mantiene que la razón es insuficiente para conocer la realidad de Dios y sostiene que sólo mediante la fe y la ayuda de Dios se puede conocer su existencia.
-                                                                           Teología Natural y Teología revelada  entendida como el estudio, conocimiento, existencia, naturaleza y atributos de Dios, a través de la razón, como teología racionalmente elaborada desde la fe. (San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Maimónides o Averroes). Así por ejemplo para San Agustín de Hipona lo más importante para el hombre es llegar a conocer la verdad, que es Dios, y, para ello, dispone de dos caminos que se cruzan continuamente: la Razón y la fé. “Entiende para creer. Cree para entender”.


·                                            Su negación: “ateísmo” que niega la existencia de Dios.

-                                                                           El origen del ateísmo se encuentra en las ideas ilustradas del S.XVIII que reivindicaban la autonomía de la razón como pilar básico del progreso y la emancipación de los hombres: sólo una razón libre de todo prejuicio y liberada de la tutela de toda autoridad intelectual “UNA RAZÓN QUE HUBIERA ALCANZADO LA “MAYORIA DE EDAD”, PODRÍA SUSTENTAR EL CONTINUO PROGRESO CIENTÍFICO Y MORAL DE LOS HOMBRES QUE POSIBILITARÍA SU LIBERACIÓN, por lo tanto es preciso hacer una crítica de todo, incluido la existencia de Dios.
-                                                                           Los autores más representativos de esta corriente del pensamiento ateo en el S.XIX son: Comte[1], Marx[2] y Nietzsche[3], ya que los tres coinciden en afirmar que “Dios no es más que un invento humano; no es Dios el creador del hombre, sino el hombre el creador de Dios”.      

·                                            Y la doctrina que afirma la imposibilidad de su conocimiento “agnosticismo”. Según la cual no es posible ningún conocimiento más allá de los conocimientos científicos, que son los únicos demostrables o verificables.

De acuerdo con esta posición, los contenidos propios de la fé, escapan al conocimiento científico y, por tanto, es agnóstico quien declara no tener y no poder tener ningún conocimiento de Dios..

En su ensayo ¿Qué es ser agnóstico? El profesor Tierno Galván intenta fundamentar y explicar lo que es el agnosticismo: vivir perfectamente en la finitud y no echar de menos a Dios, ya que “El agnóstico dice que no es posible conocer nada que esté fuera de sus posibilidades de conocer y que sus posibilidades de conocer se agotan en lo finito (...) no tiene la ambición intelectual de sobrepasar la vida más allá de las fronteras del mundo, porque el mundo no tiene fronteras, todo es finitud.(...)Lo que no admite el agnóstico como objeto de conocimiento (...) es una divinidad que trascienda al mundo”.
Así pues, y en conclusión: “Como la posibilidad de verificar el contenido de la hipótesis de la trascendencia no es posible desde la finitud, el agnóstico sigue el sentido único de lo finito.(...)El agnóstico no admite el misterio, es decir, lo que no sabe por razón de su esencia; ni el enigma, es decir, lo que no sabe porque encubre el sentido que manifiesta. Para el agnóstico, lo que no se sabe es ignorancia, es decir, lo que se desconoce porque no se poseen los elementos necesarios para obtener una explicación satisfactoria”.
La utopía significa el sueño colectivo y si este sueño no existe la gente se desmigaja, se encierra en células y se vuelve más egoísta y depredadora. Y aparece el miedo y la insolidaridad. Estás más indefenso, eres menos generoso, más cobarde y por tanto más vulnerable. Sin utopías vives a merced de lo que el poder decida imponer en cada momento. Estás en sus manos...” Joan Manuel Serrat

Melancolía y utopía son cabeza y cola de la misma moneda. Günter Grass
La utopía es el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor.
Anatole France (1844-1924) Escritor francés.

La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Eduardo Galeano (1940-?) Escritor y periodista uruguayo.

Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra.
Gabriel García Márquez (1927-?) Escritor colombiano.





[1] El positivismo de Comte sostiene que las religiones son una etapa superada en la evolución de las sociedades humanas, ya que el invento de Dios solo servía al hombre para explicar todo lo que no entendía, pero una vez que se han desarrollado las ciencias y se ha conseguido una explicación suficiente de todos los fenómenos naturales y sociales, Dios ya no es necesario. (postura cientifista).
[2] Para Marx “la religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de espíritu. ES EL OPIO DEL PUEBLO”. Opio que adormece, opio que inhibe del sufrimiento, opio que falsea la realidad.
[3] Para Nietzsche el Hombre ha “matado a Dios” en su corazón, al Dios creador de valores, de normas sobre el bien y el mal, a ese Dios que solo existía en la imaginación de los hombre temerosos (hombres-rebaño), ante esto solo dos posibilidades: el nihilismo (la creencia en nada) o suplantarle y crear él sus propios valores determinado lo que es bueno o malo.